La opinión pública en los tiempos líquidos. Opulencia mediática en el sargazo informativo

En la democracia moderna la opinión pública tenía como propósitos aminorar las posiciones polares-radicales y evitar la confrontación o las acciones rupturistas violentas y, finalmente, contribuir a lograr consensos. Estos propósitos no se lograron plenamente, pero la opinión pública funcionó como catalizador ante conflictos graves y, sobre todo, como una herramienta de la gobernabilidad. Ahora este mecanismo, relativamente pacífico, se hace líquido, se disuelve. Siguiendo la metáfora de Baumann, las instituciones que garantizaban la opinión pública se están disolviendo: los medios de comunicación, los foros, los parlamentos, las tertulias, los conversatorios, etc.; y también, sus mediadores institucionales: periodistas, comentaristas, líderes de opinión y comunicadores se fragmentan, dividen y finalmente se vuelven líquidos. Esta disolución está inscrita en los cambios que transportan los nuevos medios de información y comunicación que, paradójicamente, ofrecen, ahora, una interactividad plena, conocimiento e información sobre casi todo, de forma inmediata y prácticamente gratuita para todos; pero estas conquistas civilizatorias no se traducen en un uso pleno y público de la razón ni en una mejora de la vida ciudadana; la convivencia pública en la res-publica se divide, separa y confunde. Vivimos tiempos de una gran opulencia mediática en un océano de pobreza informativa y comunicativa. La opinión pública, un proceso histórico de más dos siglos que emerge con la creación de la democracia americana y la Revolución Francesa, enfrenta una reconversión radical.

Serrano Partida, R. (2020). Razón y Palabra 23 (105). PDF descargable aquí.